La astenia primaveral, también conocida como fatiga otoñal, es un fenómeno común que afecta a las personas durante la transición de verano a otoño. El cambio de estación tiene como consecuencia en el organismo la dificultad de este para adaptarse a nuevas rutinas y horarios, con más horas de luz y una temperatura eventualmente más alta con una presión atmosférica más alta.

¿Cuáles son sus síntomas?

Se caracteriza por síntomas como el cansancio, la falta de energía, irritabilidad y cambios en el estado de ánimo. Los principales síntomas son:

  • Cansancio y debilidad.
  • Apatía general y falta de energía.
  • Dificultad de concentración.
  • Disminución del apetito sexual.
  • Fatiga persistente
  • Cambios en el estado de ánimo
  • Trastorno del sueño.

Detectarlos es importante es importante. También contar con apoyo sanitario que proporcione la cobertura médica necesaria que nos permita abordar los síntomas asociados a esta condición estacional.

Aunque no es algo grave, la astenia puede afectar a la calidad de vida de quien lo sufre ya que ataca directamente a la energía, la motivación, la proactividad y el rendimiento de las personas en el trabajo (o el estudio). Además, los cambios de ánimo pueden afectar a las relaciones sociales.

¿Lo único bueno? Que su duración es limitada. Los síntomas de la astenia primaveral desaparecen poco a poco, cuando el organismo se adapta a la nueva estación.

¿Y por qué se tiene astenia?

Uno de los factores clave en la astenia el aumento de horas de luz diurna, tras el equinoccio de primavera.  Estos cambios conllevan, a medida que los días se alargan, el aumento de luz natural que puede afectar los ritmos circadianos, ya que las noches tardan más en llegar, haciendo a su vez que se liberen más endorfinas, testosterona y estrógenos.

Todo ello puede llevar a alteraciones en los patrones del sueño y contribuir a la sensación de fatiga y letargo durante el día. Además, la astenia primaveral puede estar relacionada con cambios en la dieta y la actividad física. La llegada de la primavera y el bueno tiempo a menudo coincide con un cambio en la rutina diaria después de un otoño e invierno adaptándonos a lo contrario, lo que puede resultar en cambios en los hábitos alimenticios y a una posible disminución en la actividad física.

Estos factores, combinados con la predisposición genética y otros elementos estresantes pueden contribuir a la fatiga primaveral.

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Cómo combatir la astenia primaveral

Es fundamental, si notamos los síntomas de la astenia, intentar mantener los niveles de energía al máximo y mantener hábitos saludables. Para ello, lo mejor es llevar un estilo de vida activo:

  • Hacer deporte. La energía aumenta la energía. Cuanto más activos estemos, mejor. La actividad moderada siempre es recomendable, ya la segregación de endorfinas derivada de esto nos hace tener sensación de bienestar y mejorar el ánimo. La práctica regular de actividad física, por contradictorio que parezca, reduce también la sensación de cansancio.
  • Anticiparse al cambio horario y adaptarlo gradualmente a nuestra rutina, en vez de esperar al cambio de hora (el primer día, dormimos un día menos, lo que a algunas personas les puede afectar).
  • Comer de forma sana e hidratarse a conciencia. Mantener una dieta equilibrada, rica en nutrientes y vitaminas puede ayudar a mantener niveles de energía estables. Esto es siempre recomendable pero, si el problema es la falta de energía, se convierte en fundamental.
  • Descansar suficiente (adelantando la hora de acostarse si es necesario).
  • Una consulta médica con las pruebas diagnósticas correspondientes y tratamientos especializados pueden ser fundamentales a la hora de mitigar la condición derivada de esta afección.  

La astenia primaveral puede afectar el bienestar emocional. Contar con una cobertura que nos permita tratar lo que sentimos con un psicólogo puede ser valioso para aquellos que experimentan cambios en su estado de ánimo durante el otoño.   En resumen, la astenia primaveral es un fenómeno común que afecta a muchas personas durante la transición de las estaciones.

Adoptar hábitos saludables (como cuidar la alimentación y la actividad física) es la estrategia más efectiva para combatir los síntomas y disfrutar plenamente de la primavera. En caso más graves, lo más recomendable es consultar siempre con un médico y descartar otras afecciones más preocupantes, como un trastorno afectivo estacional o una depresión severa.

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